Mi hijo mayor está de médico sustituto en el Centro de Salud de La Flota, donde hizo la Residencia. Y, también allí, de R1 está mi hija menor tutelada por el Dr. Francisco Agulló, excelente amigo y compañero a pesar de haber sido llamado a ocupar altas instancias. Hace un par de días, contaron al llegar que había otra compañera sustituta que es de Calatayud. Al oírlo, su madre y yo dijimos a duo y espantados: "¡¡No se os habrá ocurrido preguntarle por la Dolores!! El espanto conyugal requiere una explicación.
Otro buen amigo, éste de mi pueblo, contaba que, en su época del servicio militar, tenía un conmilitón de Calatayud. Hicieron amistad y un día le pregunto mi paisano al aragonés:
-Oye y si vas a Calatayud y preguntas por la Dolores ¿que pasa?
Y el aragonés contestó grave y sentencioso:
-Pues puede pasar que te den una hostia...
Como toda buena historia, la cosa acaba aquí, sin un final concreto. Nunca hemos sabido a ciencia cierta porque te pueden dar una hostia en Calatayud si preguntas por la Dolores aunque siempre nos lo hemos maliciado. Pero esta historia mil veces repetida, ha sido fabulada y la insigne hostia ha pasado a simbolizar, en la pequeña mitología doméstica, la bofetada bien merecida. En efecto, nada peor para un bilbilitano que llegue un gracioso de los que tienen la gracia en el culo como las avispas, en plan perdonavidas y, creyendo que por su cara bonita va a encontrar mujeres fáciles, pregunte por la Dolores.
Yo, desde la carretera de Santa Catalina, he planeado varias veces el viaje a Calatayud aunque no lo he llevado a cabo. Ahora es fácil pues la autovía te acerca casi hasta allí. Y estoy convencido de que si arribo respetuoso con la copla y con ese mismo respeto visito la ciudad e indago por el personaje y, como pide su hijo, le pongo flores en la tumba con humilde caballerosidad, no solo no me darán una hostia sino que me invitarán a brindar con el vino local.
La Dolores de Calatayud encabeza por derecho propio ese elenco de mujeres bravas, indómitas, de corazón ardiente, empujadas por los acosos de la vida y el destino, grandes amantes pero sujetas al desamor, de vida tortuosa y final trágico. Insignes representantes son también la hija de Juan Simón que murió siendo buena, Mari Cruz, maravilla de mujer ("y aquel su cuerpo hechicero hizo a los hombres pecar"), Consolación, la de Utrera ("porque no tiene corazón, porque no quiere ni el perdón"), Trinidad Parrala ("y el que cayó herido dijo al expirar, por tu culpa ha sido Trinidad Parrala"), la Bien Pagá ("porque tus besos compré y a mi te supiste dar"), la Petenera ("te tenían que haber puesto la perdición de los hombres"), la Carmen de Mérimée ("mais si je t'aime, regardez toi"), algo peleada con su prima la Carmen de España pero "el fuego en las pestañas", les confiere un inconfundible aire de familia. Y más y más que ahora no recuerdo pero las citadas tiene la suficiente entidad como para hacer categoría.
Todas ellas forman parte del patrimonio inmaterial no se si de la humanidad pero, desde luego, si de España. Y cuidadín con malinterpretarlo o mal meneallo porque, quien lo hiciere, tiene bien ganada una hostia que le darán en cuanto ponga los pies en Calatayud o aquí mismo, en la carretera de Santa Catalina.
Estimado Manuel, supongo conoceras la anecdota de lo que le pasó a Peman. Cuentan que en cierta ocasión visitó Bílbilis hoy conocida como Calatayud.
ResponderEliminarEl alcalde del momento, y del "movimiento" hizo partícipe a Peman de las susceptibilidades que levantaba aquella famosa coplilla que hería de una forma jocosa a una tal Dolores.
Pemán aseguró al alcalde que "tomo nota, descuide"
Mal hizo el alcalde en descuidarse, porque en medio de la conferencia, José María haciendo referencia a lo hartos que estaban de la coplilla, se tomó la libertad de cambiarla
Si vas a Calatayud,
pregunta por la Manuela
que es nieta de la Dolores
y mas puta que su abuela.
Salió por piernas y la gente le correteó e insultó hasta la estación.
Manuel, gracias por tu comentario. No, no conocia esa sabrosa anécdota de Pemán pero la encuentro feliz. Es bueno que, de vez en cuando, se corra a los personajes que siempre creen que tienen razón o que sus supuestas gracias van a gustar.
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