La parada "Yesera" es la última que tiene el bus 6 en su recorrido desde La Alberca al centro de Murcia. Se sitúa inmediatamente después del nudo de El Alías, donde se puede coger la carretera de París. También la de Roma pero ésto tiene menos énfasis porque, como es cosa sabida, todos los caminos conducen a Roma. El autobús se adentra en la temible rotonda, se inclina hasta los límites del equilibrio, los pasajeros se tambalean y, cuando recobra la verticalidad y sale del nudo ya está en la parada "Yesera". Pero casi siempre pasa de largo porque es muy raro que alguien espere allí.
Allí es un árido rincón, junto a una casa en venta, matojos crecidos y una valla destartalada. Se supone que deberá el nombre a un ingenio que produjera yeso en polvo con el cual, entre otras cosas, se hacen gatos que, según el dicho popular, es quien menos ve junto con Pepe Leches. Pero el paseante si puede ver incluso una acequia, propia de las artes de riego de la huerta, con un hilo de agua. Ignoro si esta acequia ya está en desuso y es un elemento más de la decrepitud del lugar. Allí no hay marquesina, ni banco municipal ni resguardo, de forma que el hipotético viajero tendría que esperar de pie bajo el sol del verano y bajo la lluvia del invierno Pero eso no es óbice para que en la carretera este pintada la raya amarilla en zigzag y, entre los matojos, asomen la columna de Latbus y la señal de tráfico azul que indican bien a las claras que sí, que por allí pasa y allí tiene parada el autobús 6. Y alguna vez alguien aguarda pacientemente, bien con el carro de la compra porque va al supermercado ciudadano, bien con la bolsa ancha y plana donde guarda radiografías y análisis porque va al médico especialista. Cuando divise al autobús que abandona enderezándose la rotonda del terror, tendrá que hacer un discreto gesto alzando la mano. Suficiente. El diligente conductor parará el vehículo sobre las rayas amarillas en zigzag, abrirá las puertas neumáticas y el viajero subirá rumbo a su destino.
Quizás la vida no sea más que una espera en una parada "Yesera" destartalada, triste y mustia. Pero, cada cierto tiempo, el autobús pasa. Solo es cuestión de levantar con decisión la mano pero...¡es tan difícil!
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