Sostengo a ultranza una arriesgada teoría gastronómica que formulo a base de preguntas y respuestas. Hela aquí: "¿Dónde comerás la peor paella? En Valencia. ¿Y la peor ternera? En Ávila. ¿Y el peor cocidito? En Madrid. ¿El peor marisco? En O Grove. ¿La peor fabada? En Asturias. ¿El peor jamón? En Jabugo. Y las peores sardinas ¿dónde las comerás? Pues desde Santurce a Bilbao. ¿Y dónde se freirá con peor aceite? En Jaén. ¿Dónde te partirán el peor queso? En El Roncal. Y las peores raciones de pescaíto frito ¿dónde las comerás? Pues en Málaga" Y así podríamos seguir con varios ejemplos más pero creo que lo dicho deja a las claras el alcance de la teoría. Es, desde luego, una teoría provocativa. Lo sé y no tengo ambages en reconocer que busco abiertamente la provocación. Pero soy rebelde con causa y tengo un motivo interesado. No es, por supuesto, que quien se sienta aludido profiera zafios insultos contra mi persona sino que, antes por el contrario, decida invitarme con gastos pagados a su patria chica para que pruebe ora la paella, ora el jamón, sea el marisco, sea la fabada y así me convenza de que estoy errado y me retracte públicamente. Sería un periplo gastronómico y goliardesco por las tierras de España, sin soltar un euro, en busca de la verdad y del acierto del gourmet. Pero hasta que ésto ocurra, si es que ocurre, repito que sostengo a ultranza lo ya expuesto
Pero la teoría da para más y trasciende de su esencia gastronómica para adentrarse en la cotidianidad de la vida. Cual corbacho del Arcipreste de Talavera, sirva de reprobación no del amor mundano sino de un pecado aun peor, el de aquellos/as que viven del cuento. De entrada, la restauración tiene mucho cuento y éso que queda tan bien de que "a mi casa no se viene solo a comer" sirve para que el simple prescinda del paladar y halle bueno lo que le sirvan y coma por la parafernalia y alegorías con las que se lo presentan. Y así, por el mero hecho de estar en Valencia, hemos de encontrar buena la cutrepaella o excelente la mierdafabada solo por padecerla a orillas del Cares. Pero si los cuentistas fueran solo cocineros y maitres la cosa no pasaría de ahí. A comer a casa y todo resuelto. El/la cuentista abunda y arraiga en televisiones, periódicos, radios, revistas y demás media pero también es fácil evitarlos. Quienes en verdad fastidian son los/las que acuden a tu lugar de trabajo a contarte algo verdaderamente interesante. Desertores de la trinchera por las más escabrosas vías de escape, con mucho tiempo, café y despacho, vienen a decirte con la apoyatura de slides tan vistosas como fútiles, cómo tienes que hacer las cosas, a ti que te encuentras enfangado en el trabajo sucio. Sonrisa aparentemente servicial y afable que se torna en rictus y visajes si osas aguarles la fiesta. Buscan que te quedes con mal sabor de boca, entristecido, porque eres un pesetero que trabajas por dinero y ellos son artistas que y visionarios que tratan de que el mundo funcione mejor. ¡Qué se los lleve el diablo como a la cutrepaella y a la mierdafabada!
Y que el diablo no nos traiga la desilusión. Que nadie recorra ninguna ría desde algún Santurce a algún Bilbao buscando las sardinas del ensueño, la magia y la perfección ¡Cuantos viajes perdidos y cuantas travesías inútiles! Se busca lejos o, en todo caso, fuera y no se encuentra y todo queda en oropeles y quincallería.
Y se acabaron las filosofías baratas, porque hay que volver a la paella para decir que ayer comimos la familia con los primos de Salamanca un rico arroz a banda en el "Único29", en la carretera de Santa Catalina, muy cerca de El Charco. Y ¿cómo estaba el arroz? Pues éso, un arroz a banda, como el mejor del mundo.
Es indiscutible que en la carretera de Santa Catalina, perdón en el "Único29", en la carretera de Santa Catalina, muy cerca de El Charco hay que comerse un arroz a banda que es el mejor del mundo. Y me he tenido que leer dos veces el texto para descubrir la saeta a dónde apuntaba y que digo yo qué porqué no es usted un poco mas conciso porque se ha ganado seguro la enemistad de algún lector o lectora con eso de la provocación gastronómica lugareña y afina en el tema central del post...que es magnífico: los slides y los cuentistas.
ResponderEliminarSigo leyéndolo que me dibuja una sonrisa con sus escritos.
Menos mal que no soy ni de Valencia ni de O Grove, ni de Jaen ni de Málaga, ni de Santurce ni de Bilbao...por que yo soy muy mía y me hubiera "enreao" con el autor, eso si: soy de Cabra y la Monjas Agustinas Recoletas hacen unas bizcotelas...las mejores del mundo , que a mi tambien me gusta presumir.
Saludos rosa :)
Bueno, Rosa, la teoría gastronómica no pasa de ser un boutade que me gusta contar en los ratos distendidos. Pero sí es cierto que creo que tiene algo de verdad. Hay quien vive del cuento gastronómico como hay quien suelta slides para sobrevivir.
ResponderEliminarPero lo importante es que ahora afirmo, con la convicción del confeso, que las mejores bizcotelas son las de las Agustinas Recoletas de Cabra. Con ellas, algo de ironía y buen humor, se sobrelleva mejor la vida.
Muchas gracias por leer y por tu comentario.