domingo, 28 de noviembre de 2010
En resumen, un chiste.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Santa Catalina de Alejandría.
La carretera de Santa Catalina se llama así porque une Murcia con el convento franciscano de Santa Catalina del Monte que fue también residencia de verano de los obispos de Cartagena. Y ésto hace surgir una primera duda: esta Santa Catalina del Monte ¿es Santa Catalina de Alejandría? Porque el santoral recoge otras varias Catalinas y, en cuestión de santos, no es bueno equivocarse ni dirigir, por error, la oración que se le reza a uno a la imagen de otro. Tras una breve investigación por la premura del tiempo, creo que la respuesta a la pregunta es sí. Efectivamente, existe otro magno monasterio también llamado de igual manera que éste murciano y alberqueño. Se trata de Santa Catalina del Monte Sinaí. Hasta allí fue llevado por los ángeles el cuerpo mártir de la santa de Alejandría. Parece ser que está edificado en el lugar donde Moisés contempló la zarza que ardía sin consumirse y, de hecho, en el monasterio se conserva dicha zarza. Debe ser un lugar inhóspito pero hermoso y mucho me gustaría visitarlo aun sin el concurso de los ángeles trasladadores.
Dando pues por bueno que la santa de la carretera no es otra que Santa Catalina de Alejandría pongo hoy, 25 de noviembre, día de su festividad, este blog bajo su protección y amparo. Que ella lo libre de la apatía, del aburrimiento, de la inconveniencia y del mal castellano. Y así, puesta la vela a Dios y según la secular costumbre española, le pondré otra al Demonio tomándome unas habas -que ya intuyo que debe de haberlas- con su tinto jumillano la próxima vez que visite el bar Marilín.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Dos yerros enmendados.
El segundo yerro es estudiantil. Cuando veía las preguntas de un examen, rápidamente las dividía entre las que me sabía perfectamente, las que me sabía regular y aquellas de cuya respuesta prácticamente no tenía ni idea (NPI según el argot de la época). El error consistía en empezar por estas últimas pensando que así les podría dedicar más tiempo para luego, más rápidamente, contestar a las que me sabía bien. Pero ¿qué pasaba? Que el tiempo se iba, se escabullía, contestaba zafiamente a las de la ignorancia y luego no podía "bordar" aquellas de la sabiduría. Hay que hacer hincapié en que las primeras no eran más importantes para el examinador. Si hubiese invertido el orden, el examen hubiese sido bueno o, en todo caso, aceptable, consiguiendo aprobar alguno de los que suspendí que, en su totalidad y dicho sea de paso, fueron pocos.
Bien corregidos están estos yerros en la madurez. Ahora empiezo a comer por lo que me gusta y lo disfruto. Luego, si procede, me como lo de menor agrado. Ya el Evangelio nos enseña esta sabia práctica. En las Bodas de Caná, Jesucristo transforma milagrosamente el agua en vino pero, por si ésto fuera poco, aun hay más. Este vino milagroso es excelente lo que hace que el maestresala le diga al novio que ha hecho lo contrario de todos: ha guardado el vino bueno para el final en vez de ponerlo al principio. De ésto se deduce también que Jesús de Nazaret entendía de vino y no por su divinidad omnipotente, sino por su humana carnalidad. Por éso se juntaba con publicanos, pecadores, prostitutas y fumadores.
No hago ya exámenes propiamente dichos pero si me enfrento a una tarea, a algo que he de rellenar inexcusablemente, empiezo por lo que me es fácil y luego, si tengo tiempo y ganas, hago lo difícil. Incluso dejo algo por contestar en la inteligencia de que nadie se va a dar cuenta. Debo dejar constancia aquí porque hace al caso, que cuando me llega alguna encuesta de esas que tanto le gustan a los vividores del cuento, he aprendido a sostenerla entre el pulgar y el índice, a mirarla fijamente durante unos segundos, lo justo para que se desenfoque lo escrito y luego soltar un ¡aaahhh! de fastidio y tirar las hojas a la papelera de reciclaje.
Pero, transcendiendo de comidas y exámenes, queda una pregunta fatal por contestar: lo bueno ¿ha de ir seguido inexorablemente de lo malo?, si queremos conseguir el premio ¿debe éste ir precedido por un preceptivo purgatorio? No lo tengo claro pero me temo que la respuesta correcta es SÍ. La única esperanza es que ocurra la "paradoja del huevo frito". Volviendo a los gustos culinarios infantiles, del huevo frito me gustaba más la clara que la yema. Según mi error, me comía primero la yema y luego atacaba la clara. La vida se ha encargado de enseñarme que estaba doblemente equivocado: la yema está mejor que la clara. Así que ahora sigo comiendo el huevo frito empezando por la yema y terminando por la clara pero ahora a gusto. Quiero ir a parar a que tengamos confianza en que el paso del tiempo pueda encargarse de diluir el mal trance que nos amenaza por haber empezado por lo mejor. Quede claro por tanto: lo bueno, lo fácil, lo primero. Los tonterías, las gansadas, los sinsabores de los que dejan el trabajo a los demás, nunca.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Cuartos de Baño

Digo que en mi pueblo no había red de alcantarillado. Las aguas pluviales y las aguas negras las recogía el albañal, un conducto subterráneo que iba de casa en casa por los patios o corrales. La ley que supongo consuetudinaria porque ignoro si tenía algún respaldo escrito, decía que no se podía impedir el libre discurrir del agua de lluvia pero que no era obligado aceptar las descargas fecales del vecino de arriba. Las frecuentes rencillas terminaban taponando el albañal del colindante superior. Esto me dio ocasión de ejercer de inspector sanitario en mis primeros tiempos de médico, intentando una solución viable junto al Juez de Paz y el Alcalde. De esta España profunda y heroica viene el chiste que tanto me gusta contar por su encanto y valor instructivo para las nuevas generaciones:
Va el del pueblo a Madrid y está allí dos o tres días. Cuando vuelve le preguntan que qué tal le ha ido en la gran ciudad. Y el buen hombre contesta que muy bien, que había muchos coches y que las casas eran muy altas pero que le era muy difícil encontrar un sitio para hacer sus necesidades.
- ¿Cómo qué no? -le responden- en todos los bares hay aseos y los puedes usar si los necesitas.
- Sí, pero en la puerta de todos ponía "Señoras, Caballeros... Señoras, Caballeros"....y para los pobres ¡ná!
La cosa ha cambiado mucho afortunadamente aunque sigue habiendo bolsas de pobreza y ghettos en situación similar a la descrita. Pero ya, en condiciones normales, todas las casas disponen de, al menos, un cuarto de baño. Yo me jacto de tener el mejor del mundo. No hay bañeras de mármol, ni grifos de oro ni obras de arte en las paredes, por supuesto, pero todo lo que tengo que hacer allí, digo todo, lo hago con la más absoluta comodidad. Solo hay un detalle tan decorativo como práctico que incordia un poco: un reloj adelantado un cuarto de hora que me apremia para no entretenerme en exceso y llegar tarde a la consulta. Ahora el fastidio está fuera de casa, en los hoteles, con la mandanga del diseño que, no sé por que, se ha hecho incompatible con la practicidad y la comodidad. Empiezan las molestias con los grandes bordes de aspecto marmóreo que rodean al lavabo. Enseguida se llenan de inmensos charcos de agua, de lavazas de jabón, de cremosos restos de la espuma de afeitar. Por otra parte, impiden acercarse bien al espejo por lo que es difícil afeitarse tanto caballeros como señoras. Complica la situación la luz cenital de foquitos halógenos. Con esto se consigue un divertido "efecto Nosferatu" pero no hay manera de verse bien la cara. La iluminación debe ser frontal y abundante, como la de los clásicos espejos de los camerinos de los artistas. Hay también que dejar constancia de la desaparición del bidé pero, como ésta es pieza esencialmente femenina, ahorremos comentarios basados tal vez en la intuición pero no en el profundo conocimiento.
Pero lo peor, lo hórrido, es que el diseño quiera imperar en la imprescindible taza del water. Objeto tal vez indecorosos pero a todas luces necesario, debe de tener una forma y estar colocado de una manera tal que haga cómoda y ágil la gestión que allí se realiza tanto por hombres como por mujeres, tanto por jóvenes como por viejos. Una altura idónea, suficiente espacio a su alrededor y un fácil acceso al dispensador de papel higiénico, son las premisas que deben regir su puesta en escena. Y todo éso lo obvia el diseño al parecer más preocupado por impactar en mentes simples. En el último hotel que estuve en Madrid, hace pocos días, nuestra taza ocupaba un angosto espacio, no más de un mechinal, arrinconada entre dos marmóreas y frías paredes de panteón y con el soporte del papel higiénico hincándose prácticamente en los costillares. Mucho protesté para mis adentros y me consolaba de mi aflicción pensando si habría cuerpos gloriosos que no se percatasen de lo incómodo de aquel elemento.
Me gustaría saber como son todos los cuartos de baño de la carretera de Santa Catalina pero, por ahora, solo conozco los aseos de la gasolinera, los del Tanatorio Arco Iris y los del Bar Marilín. Espero que sean cómodos, agradables, luminosos, frescos en verano y calientes en invierno. En todo caso, mejores que los del Rey Sol en su Versalles.
domingo, 7 de noviembre de 2010
Escuelas y Colegios.
martes, 2 de noviembre de 2010
Difuntos
Toda esta noche pasada, ha ardido la vela en el salón de casa. Es un rito ancestral. Recuerda a nuestros muertos y les dice a sus ánimas que, por favor, no vengan a visitarnos que, sin duda, ellos están bien donde estén. En mi pueblo, se llevaban al cementerio faroles de aceite y alli estaban, en cada nicho, uniendo su luz mortecina al tembleque íntimo de la noche de difuntos. Por este motivo, de niño, tenía asociado el olor del aceite a los muertos por lo que un escalofrío me recorría el espinazo cuando me acercaba a una alcuza. Ya reconciliado con la muerte, quizás porque soy mayor, quizás por cierta displicencia de médico, me he reconciliado también con el olor del aceite y me resulta grato apreciarlo en ricas ensaladas.
Por "razones del servicio" esta entrada se escribe utilizando modernas tecnologías móviles. Me gustan, me fío de ellas. Es posible que pensemos que nos atan a la vida y que nos alejan de la última y definitiva decrepitud. Pero la bateria de Li-ión se acaba. Tiene un número de recargas antes de ir al cementerio de reciclaje. También el pábilo de la vela vacilará y se apagará. Y para nosotros, humanos, la muerte y después...posiblemente nada.
Pero, sin embargo, que resuene para la esperanza el verso inmortal de Quevedo: "polvo seré, mas polvo enamorado".