domingo, 8 de agosto de 2010

El buzón del Correo Postal ( y II )

Todas las cartas de amor, cientos, miles, quizás millones, que escribí eran ridículas porque, como dijo el maestro Pessoa, "todas las cartas de amor son ridículas". Pero mis cartas fueron gloriosamente ridículas. Otras, en cambio y por desgracia para sus autores, fueron tristemente ridículas. Hubo amantes que nunca conocieron noches de vino y rosas y sus caricias fueron torpes y sus besos, cohibidos. Pero estoy seguro que sintieron el amor y lo plasmaron en cartas que quizás ni ellos mismos sabían escribir, que les escribía el cura o el médico. Y con la respuesta, iba el amante analfabeto para que el mismo personaje se la leyera. Y, siempre de por medio, el buzón y el cartero. No me gusta la zarzuela y, últimamente me está dejando de gustar la ópera porque mi música va ahora por cosas menos afectadas, por la marcha y el subwoofer, pero no puedo olvidar la romanza de "Gigantes y Cabezudos" cuando Pilar canta: "Esta es su carta y es el cartero la persona que, después de él, yo más quiero"

Estas cartas de amor, ridículas y tristes, se escribían en papel pautado. Había unos pliegos especiales, una especie de librito de solo dos hojas y de tamaño, por supuesto, no normalizado por ningún DIN. También había unos blocs de folios que incluían un cartón que se ponía debajo del papel donde se escribía. El cartón llevaba impresa la pauta que se veía por transparencia. Y se usaba un lápiz precariamente afilado con la navaja y se borraba con goma si se pensaba que se había ido demasiado lejos. Hace ya bastantes años, encontré en un hipermercado un envase de pliegos de papel de carta pautado. Lo compré encantado en recuerdo y homenaje a estos amantes pobres y tristes pero, en los trajines de las sucesivas mudanzas lo he perdido y supongo que esa pérdida es irreparable.

También recuerdo el furgón postal de los trenes que tenía su propio buzón para que se pudieran echar las cartas cuando aquellos paraban en cada pueblo del recorrido. La novia, que guardaba la ausencia, solo salía de casa para ir a la estación a la caída de la tarde y esperar el repiqueteo de la campana y la irrupción del tren arrastrado por una locomotora de vapor. Las paradas eran largas, pues, a veces, había que echar agua a la caldera o, en todo caso, dar tiempo a que unos agentes ferroviarios dotados de un martillo golpearan las ruedas metálicas de los vagones. Nunca supe que esperaban oír con aquellos golpes de martillo pero supongo que era algo relacionado con las cartas de amor de novias lánguidas. El caso es que la desaparición del furgón postal ha llevado implícito que ya no se golpeen las ruedas metálicas de los vagones.

Y cuando el tren se iba y desaparecían en la distancia las luces rojas de cola ya encendidas, la novia volvía a su casa, quizás a bordar primores mientras oía la radio y llegaba la hora de la cena. Mientras tanto, la locomotora Mikado, construida  por "La Maquinista Terrestre y Marítima", empleaba sus 2.000 CV. de potencia en llevar su carta por los caminos de España. Todo un retumbo de hierros, humaredas de carbón y silbidos de vapor recorriendo la noche negra de los campos, quizás bajo la lluvia o incluso bajo la nieve lo que obligaba a la Mikado a largar arena para que sus enormes ruedas no resbalasen y todo guiado por los farolitos que bordeaban las vías. Era una carta de amor ridícula porque todas los son pero, quizás por éso, necesitaba aquel esfuerzo mecánico para poder llegar a su destino.

A mi consulta de médico nunca ha ido una novia para que yo le lea una carta. Me alegro mucho de eso, de que todas sepan leer e interpretar lo escrito aunque, eso si, no dejan de traerme unos tristes papeles en los que alguien sin nombre y sin foto dedicada les dice que les han denegado la prestación económica que solicitaban. Pero, cuando por la carretera de Santa Catalina veo pasar al cartero en su moderno scooter amarillo, no puedo dejar de pensar con desazón en todas aquellas y aquellos que nunca recibieron una carta de amor, lo ridículo, lo verdaderamente ridículo.

1 comentario:

  1. lindo, manuel.
    en uruguay en estos días, una empresa privada de correo postal está haciendo un rescate de las cartas en papel, y tiene una campaña de homenaje a "cartas que hicieron historia" dicen, y leen tramos de cartas famosas. probablemente no existan cartas, las verdaderamente cartas, que no hayan hecho historia. aunque también hay que decir que las historias de e-mail no las hay menos emocionantes, quizá más. de todos modos, me encantan las cartas, me encanta el papel, me encantan los carteros. qué no dejen de existir!

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