sábado, 24 de diciembre de 2011

Una aproximación psicótica a las felicitaciones navideñas.

Hace ya bastantes años que su mente se hizo arena, sus ideas viscosas y sus pensamientos empezaron a salir de un pozo sin fondo. Su cara se convirtió en una careta de cartón, hipomímica, según dice nuestro argot y sus ojos se quedaron fijos para siempre en un punto ignoto. La veo con cierta frecuencia por el centro de la ciudad con sus andares lentos y rígidos, encorvada, mirando al suelo, sujetando firmemente la correa de su bolso como quizás alguna vez se aferró a la esperanza. Sumida en sus obsesiones o tal vez en su cabeza solo haya un telón blanco. Los demonios van siempre con ella, queriendo perjudicarla, queriendo hacerle daño. Ha entrado en el selecto club de las marcas punteras como la Quetiapina o la Olanzapina que ya no le resultan gravosas por su reciente condición de pensionista.


Ayer vino a la consulta por sus recetas y a traerme una cajita de Ferrero Rocher. Me preguntó que si me gustaban y le dije con sinceridad que sí. Luego me dio su felicitación navideña: una postal con un Sagrado Corazón metida en un sobre en el que venía escrito mi nombre rodeado de corazones. Me pidió que la leyera delante de ella y yo la obedecí aun a sabiendas que diría lo mismo que otros años. En realidad, el sobre venía escrito por detrás, una especie de largo remite, correctamente redactado y con un discurso fluido que contrastaba con su hablar pastoso. Y ésto es lo que leí:

Rte: XXXX. Una admiradora. Miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La única Iglesia Verdadera que hay. La que más sabe de todas las Iglesias.¡¡MUCHO ÁNIMO!! Y SUERTE EN LA VIDA. CUÍDESE y cuide de los suyos  
- Para que siga siendo tan buen médico como hasta ahora.
- Para que haga el bien constantemente y no se canse nunca de hacer el bien. 
- Para que vaya por el buen Camino y sea una persona de bien.
- Para que Dios le bendiga con salud según sus años y enfermedades se lo permitan; con trabajo; con Dinero; con su Amor y Compañía.

Pues bueno. A pesar de ser yo malo, hago mía esta especie de felicitación y proclama de buenos deseos y me honro dejando constancia de ella en este blog. Intuyo que hace un cierto trabajo de proselitismo pero yo nunca me afiliaré ni a un partido político ni a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Porque luego mi enferma me hace el comentario de siempre. Se va a ir al Infierno porque fuma y su Iglesia se lo prohibe. Al parecer, también prohibe el café, la Coca-Cola y otras cosas similarmente dañinas para el cuerpo. Y yo, metido a misionero de secano, le arguyo que Dios es misericordioso y le perdonará ese pecado sin duda venial. Añado que debe dejar de fumar por su salud pero que no se obsesione con el Infierno porque ella ya ha cumplido con creces su penitencia. Y ahora viene el Demonio y sus esbirros en la Tierra, esas cosas que ve en los kioscos y en la televisión, sin dudas representantes del Mal.

Así que, en esta mañana de Nochebuena, felicito la Navidad desde la insania y la pesadumbre. Y agradezco las bonitas palabras que salen desde los corazones desgraciados y las mentes destempladas. Porque los parlamentos y los discursos lindos manan de la fuente de la tranquilidad y el optimismo y cuando el dolor y la tristeza nos oprimen solo queremos decir algo tan simple como ¡ay, ay, ay!

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