domingo, 4 de marzo de 2012

¿Usó Arnold J. Toynbee el Ozonopino Ruy Ram?


Uno de los múltiples cursos que he seguido para estudiar el idioma inglés usaba ya el ordenador y sus potencias. En concreto, cuando estos artilugios no hablaban, limitándose a emitir un ahogado beep, ya me vino con el material una tarjeta de sonido. Instalar ésta llevó su tiempo y su paciencia pero me ayudó a comprender que abrir un PC, trastear en sus entrañas y conseguir la restitutio ad integrum, es tarea fácil solo necesitada de ciertos conocimientos teóricos, un bastante de intuición y un mínimo de habilidad manual. El caso es que el ordenador habló para pronunciar frases en inglés. Siguió el curso sus avatares sin que yo haya llegado a poder leer a Shakespeare de corrido que es el objetivo último de mi interés. De todas formas, de aquellas frases escolares y didácticas recuerdo una: “Dad always says the same”. Sácase en conclusión que, en todas partes, cuando uno llega a cierta edad, se limita a repetir un florilegio de conocimintos y experiencias que llegan a ser harto conocidas y desgraciadamente aburridas para los oyentes.
Por éso me sorprendió grandemente cuando la familia me comentó que cómo era posible que nunca les hubiera hablado del Ozonopino Ruy Ram. Y es que tenían razón: jamás les había comentado nada sobre este producto y sus colaterales a pesar de ser uno de los grandes inventos de la humanidad. Ellos habían llegado a su conocimiento presenciando la comedia de Jardiel Poncela “Eloisa está debajo de un almendro” donde, al parecer, un personaje irrumpe en escena pronunciando el nombre del aromatizador y pulverizándolo. El Ozonopino Ruy Ram, se anunciaba con gran prosopopeya en una página del ABC que llegaba a casa durante mi infancia. La compartía invariablemente con los peines Wulk Goma, las persianas Salinas, el matarratas Nogat, los relojes Certina y algunos otros grandes productos de los cuales ya no me acuerdo. Sin embargo, está fresco en la memoria el verso ripioso que promocionaba el peine:
“¡Sin tirar del pelo
sin irritar la piel
los peines Wulk Goma
sus cabellos peinan bien!”
Todas estas cosas eran maravillosas porque venían en el periódico y entonces las cosas que venían en el periódico no se tenían. Formaban parte de un plus ultra inasequible. Y no es que mi simpleza de niño me hiciera pensar que el Ozonopino Ruy Ram o los peines Wulk Goma eran desorbitadamemente caros sino que a los pueblos no llegaban esas cosas por una especie de frontera etérea y de derecho natural que los separaba de las ciudades con luz eléctrica permanente, incluso durante el día solar.
También, en su momento, me resultaron inasequebles los artículos de Arnold J. Toynbee. Debe haber un salto cronológico entre el ambientador y el, llamémosle, pensador pero también hay un hueco histórico sin periódicos, quizás el correspondiente al internado en los jesuitas. Así que quedan seguidos en la memoria el Ozonopino y Arnold J. Toynbee que debió de publicar por los años 70, como supuesta perla de los suplementos dominicales, cuando yo era un joven estudiante de Medicina. Digo que nunca me atreví a leer alguno de aquellos artículos a pesar de que, en aquella época, yo me las daba de intelectual. Pero lo importante ahora es que lo que yo veo en mis recuerdos son los escritos y la aureola de Arnold J. Toymbee que se imbrican con los del Ozonopino, como si aquellos dominicales estuvieran perfumados por el aroma del bosque mediterráneo.
Posiblemente, para un observador actual, tanto el ambientador como el articulista son totalmente desconocidos o ya olvidados. La vanagloria es fugaz. Por éso no me apunto a intelectuales de moda, porque me siguen recordando a Arnold J. Toymbee y al Ozonopino. Se puede alegar que ahora hay otras ideas u otras corrientes del pensamiento pero el “gusto” o el “olor” que dejan es el mismo. Una vez que con la edad, se ha alcanzado un pool de conocimientos, de teorias, de técnicas, un depósito grande de frases hechas, podemos permitirnos ser el “dad that always says the same”. No quiere ésto decir que no se esté abierto a posibles novedades pero, en el caso concreto de articulistas “pensadores” de dominicales, me basta leer dos o tres líneas para dejarlo y musitar. “...Arnold J. Toymbee...” porque,aunque nunca lo leí, me viene el olor a Ozonopino.
Pero ahora, al rebuscar en los recuerdos, me he tomado la molestia de interesarme por este hombre. Hasta he llegado a leer 13 páginas suyas. Resulta que fue historiador y filósofo y que sostenía la teoría de que las civilizaciones crecen y se desarrollan en tanto sean capaces de afrontar retos y estímulos de una manera concatenada, ésto es, que un problema resuelto crea, a su vez, otro problema que se ve incitada a resolver también. Si este mecanismo falla o se interrumpe, la sociedad en cuestión declina y muere. Al parecer, Toymbee era de la opinión de que la civilización occidental tenia capacidad, por el proceso descrito, para mantenerse viva eternamente sin conocer el ocaso que tuvieron otras. No sé que pensar, entre otros motivos porque pensar en estas cosas me produce aburrición. Sin embargo, si he de decir algo, digo que Occidente y su cultura no desaparecerán mientras exista el Ozonopino o sus sucesores como esos funcionales ambientadores de los coches que consiguen que el coche huela a coche.

4 comentarios:

  1. Y por si hiciera falta Manuel..."henos aquí (también) los de Pravia...
    Como diría Don Pedro...

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  2. Y ese mismo producto en colonia de litro o 1/2 "No recuerdo" el tamaño, que incluso se compraba con perfumadores de plástico para dosificar, de estas colonias al POISON DE DIOR,ETC......... NO DESPARECE LA CULTURA TAN FÁCILMENTE.

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  3. Hola! El ozono pino aún existe!!!! los herederos de la empresa Ruy Ram siguen vendiendolo a pequeñisima escala. En breve lo vamos a comercializar en internet en nuestra tienda: www.realfabrica.com

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    1. Me alegro mucho de la noticia. De hecho, desconocía que el Ozonopino siguiese existiendo en esa pequeña escala. Son nostalgias pero me gustará tener un frasquito de aquel aromatizador que veía en los periódicos de mi infancia como cosa maravillosa. ¡Muchas gracias por el comentario¡

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