jueves, 7 de julio de 2011

La teselación y la fosa supraclavicular.

Leo en la Wikipedia que un teselado es un patrón de figuras que cubre una superficie y que cumple dos condiciones, la una que no quede ningún hueco y la otra que no se superpongan las figuras. Me viene ésto a la mente cuando, aprovechando las vacaciones, tomo café por las mañanas en la terraza de Willow. Resulta que allí las mesas están dispuestas en ángulo con respecto a la línea ideal que delimita el espacio municipalmente concedido y por el que pagan impuestos. Ésto es, el borde de la mesa no es paralelo o perpendicular a esta línea ideal sino que forma con ella un ángulo de 45º. Me desazona pensar que no sé si siempre ha sido así o, por el contrario, antes las mesas estaban dispuestas en cuadriculas perfectamente delimitadas por perpendiculares y paralelas a los bordes. De todas maneras y si hacemos la salvedad de que los veladores sean circulares, resulta que, en las terrazas, las mesas están organizadas de una forma o de otra. Hacemos abstracción también de cuando, finalizada una jornada de mucho público, mesas y sillas, forman un caos sin ningún orden.


Así que en este cúmulo de pensamientos absolutamente inútiles (pensar en cosas absolutamente inútiles es privilegio de los genios) que propicia el cigarrillo, me pregunto sobres los últimos porqués a los que se acoge el camarero cuando coloca el mobiliario por la mañana, en esa hora mágica en que los basureros riegan las calles, empieza a oler a pan tostado y los médicos acudimos a nuestras consultas, precedidos por los enfermos que van a sacarse sangre. Estoy convencido de que tiene algo que ver la forma de colocar las mesas con la teoría de la teselación lo que iguala al camarero que coloca la terraza con los artesanos que pavimentaron La Alhambra ¿Lo harán por estética? ¿Lo harán por practicidad para que el espacio libre sea mayor? ¿O tal vez, ladinamente, lo colocan de forma que se camuflen dos o tres mesas de más sobre lo pactado con el alcalde que cobra el tributo? La pareja que regenta Willow es amable y tal vez debería pedirles información. Pero me temo que también ellos podrían preguntarse sobre los últimos porqués de mi necesidad de saber. Y así ellos y yo entraríamos en un auténtico agujero negro filosófico que nos absorbería total y cataclísmicamente, con lo cual se acabó el café.
Y, por si no tuviera bastante con este calentamiento de cabeza, cuando el cigarrillo ya está casi terminado, pasa por mi campo de visión una chica que lleva un vestido manufacturado de forma tal que un hombro está cubierto y el otro no, porque el escote cae lánguidamente sobre el brazo. Lo primero que se me ocurre es que debe ser algo bastante incómodo porque, en el tiempo que me concedió el destino para verla, la chica se ajustaba continuamente la tela a base de tironcitos. Intuyo que esta debe de ser la gracia. Un look aparentemente descuidado, pero que se presta a múltiples filigranas y coqueteos. Una eterna búsqueda del imposible ahora me ha quedado bien. E intuyo también que el punto justo de la exquisitez estética, es cuando la fosa supraclavicular se exhibe magnánima e insinuante. Es ésta, la fosa supraclavicular, una región anatómica que, desde el punto de vista médico, tiene interés sobre todo oncológico por mor de los cánceres de mama y los linfomas. Pero estoy de vacaciones y prefiero pensar en que los franceses la llaman “coin d’amour”. Allí van a parar besos y lametazos furiosos que la mujer recibe, si hemos de dar crédito a la iconografía cinematográfica, con el cuello en hiperextensión lo cual también debe ser muy incómodo sobre todo si se padece de cervicales. Posiblemente, después de la posturita, le entrarán mareos y se le quitarán las ganas de pasar a mayores con lo que el tierno amante se quedará a dos velas y las flores se mustiarán.
Llego a una primera conclusión de que nunca sabré el motivo de colocar las mesas de una forma u otra ni cual es la exacta colocación de ese escote mórbidamente caído. Pero ¿y si el velador hubiese esta colocado de la otra manera? Mi campo de visión hubiese sido distinto, no habría visto a la chica y, en su lugar, hubiera observado a otra con escote “palabrita de honor”Si la afectación de la fosa supraclavicular hubiese sido bilateral, el tema se hubiese complicado exponencialmente. Afortunadamente, he terminado el cigarrillo y apago la colilla mientras concluyo definitivamente que mesas, sillas, escotes y personas estamos a merced de la predestinación.

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