domingo, 12 de junio de 2011

La sublime decisión del cartón de leche.


Me veo precisado a recurrir a una imagen para ahorrarme las consabidas mil palabras. Y no es porque crea en este lugar común, que no creo. En principio, como leí hace poco, iguala el millar de palabras de Cervantes al del portavoz de un partido político, cosa que no deja de ser perversa. La imagen siempre necesita de la vista, pero la palabra puede servirse del oído, que es un sentido más susurrante, o del tacto que es más enervante. En todo caso, la palabra -y más la palabra bien dicha -es mucho más sugerente que la imagen. Pero no entremos ahora en discusiones bizantinas porque éstas vendrán luego. Digo que tengo que servirme de una imagen, dos para ser exacto, porque sería prolijo explicar de manera matemáticamente correcta el problema. Helas aquí:



Así que se trata de si es mejor verter la leche con el agujero del tetra brik arriba o abajo. En ambos casos, el chorro de líquido blanco trazará una parábola para ir a caer en el vaso o en la taza pero hay quien afirma que esta curva será más airosa y limpia si se hace manteniendo el salidero en la parte de arriba. Esta afirmación desafía la lógica de la sencillez que nos dice, aparentemente, que la puntería se consigue mejor de la forma contraria. Una primera solución al problema sería negarlo, esto es, concluir que es necedad entretenerse en tales disquisiciones, de las que no depende la respuesta a las preguntas esenciales que el hombre se ha hecho en su devenir sobre la faz de la tierra. De ahí se infiere que, de manera despreocupada y bostezante, se coja el cartón y que salga el sol por Antequera. Una segunda aproximación sería afirmar que cada uno debe ser libre de hacerlo como quiera, en base a lo que su experiencia y moralidad le dicten. Pero ésto nos haría caer en el vicio de la tolerancia que no pasa de ser "la virtud de quien no tiene convicciones", frase atribuida a G.K Chesterton que, al contrario de Julio César o Napoleón, no podía matar a quien no estuviera de acuerdo con él.
En consecuencia, no. El problema debe de tener una solución, única e inmutable, válida para mi, para los hipotéticos lectores de este blog, para cada individuo de la Humanidad y para ésta en su conjunto. Y una vez encontrada la afirmación verdadera, ésta debe imponerse como lo que hay que hacer, como en su día se impuso que había que construir una pirámide o una catedral. Puede recurrirse a la intuición del genio o a la inspiración del artista, que nos dan una respuesta inmediata. También podemos acudir al método científico, diseñar un estudio, buscar voluntarios desinteresados, experimentar durante largos años y llegar a una conclusión. Pero ésto no deja de ser harto lento y engorroso y además gran parte de la leche utilizada, se desperdiciaría. Propongo pues que, escasos como estamos de genios y artistas, recurramos a la providencia del Tirano. Que haya uno que dictamine y que su dictamen sea inapelable. Uno que diga “ésto debe hacerse así por qué  lo digo yo”, que todos hagamos buenas sus palabras y las acatemos fielmente, convencidos de que estamos en lo cierto. ¡Qué tranquilidad cada mañana, a la hora del desayuno, poder servirte la leche tal y como te lo han ordenado! ¡Qué liberación de discusiones tediosas, de probaturas innecesarias, de ensayos aburridos que prologan un día enojoso y enfadón!
Pero, a falta también de un buen Tirano que actúe por pura filantropía, me atrevo a irrogarme yo mismo la capacidad de la sublime decisión. Solo hay una pega: que no se me ocurre o no me atrevo a dar una respuesta. Ante esta situación dual, este cara o cruz, este blanco o negro, esta lotería con un 50% de probabilidades de acertar, estoy indeciso, en una peligrosa situación buridiana. ¿Agujero hacia arriba o agujero hacia abajo? Enfrentado, pues, a la salvación del mundo, sigo echando la leche unas veces de una manera y otras veces de otra lo cual precede a que no la eche de ninguna manera. Así que me temo que yo, y conmigo la Galaxia, pereceremos. Claro que también es verdad que la mayoría de la población de la Galaxia morirá sin que les afecta el problema por la sencilla razón de que no tienen cartones de leche. Pero ¿a quién se le ocurrirá pensar en males menores si no he resuelto aun el problema del agujero?

3 comentarios:

  1. gracias! me has hecho sonreir por la mañana!

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  2. Hablando del buen Tirano, en frecuentes ocasiones nos obligas, aun sin querer, a darles múltiples vueltas mentales a cosas que no nos preocupaban en absoluto... Gracias... supongo...

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  3. Sonreír por la mañana debe ser el preludio de un buen día. Espero que haya sido así.

    Carlos, darle vueltas mentales a cosas aparentemente sin importancia o que, de hecho, no preocupan a la Humanidad en su conjunto, es la noble tarea de los desoficiados, grupo al que hago méritos (dignos de mejor causa) para pertenecer. Espero que, en su momento, sea bien acogido en su seno.

    Gracias a vosotros.

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