domingo, 13 de marzo de 2011

Pero ¿existe la locución latina ab se?

Pues no. No tengo claro si existe o existió alguna vez la locución latina ab se. Vencido ya  por su hijuelo el castellano y el spanglish, he olvidado casi el latín que empleaba para hablar a otros desoficiados en el Foro. Solo recuerdo bien de aquella época que no quise conjurarme para asesinar a Julio César. Por eso ahora he tenido que buscar en los canales habituales de Internet e incluso he recibido una comunicación electrónica al respecto de la máxima autoridad mundial en filología clásica, comunicación que, por considerarla de gran interés para la humanidad, copiaré al finalizar este post. Pero, en la medida que estoy seguro de hechos pasados, puedo aseverar que se la oí a un amigo seminarista durante mi adolescencia.
Porque yo era un adolescente inquieto y así como algo culturilla y metido en veleidades libertarias tan a la moda de la época, al que le gustaba hablar con aquel amigo, seis o siete años mayor que yo cosa que, en ese tramo de edad, se nota mucho. De hecho, cuento del día en el que me comunicó que había cumplido veinte años y yo le dije estupefacto: “¡Veinte años...qué viejo!". Estudiaba latines y Teología en el seminario de San Atón en Badajoz (no, no es errata, es San Atón de Pistoya cuya festividad se celebra el 22 de mayo). De este santo me contaba una anécdota. Siendo, como otros santos, muy malo en su juventud lo echó su padre de la casa diciéndole: “¡No vuelvas aquí hasta que seas obispo...!" Pasaron los años y al cabo, llamaron a la puerta de aquel padre y cuando abrió se encontró a un hombre revestido episcopalmente que le dijo : “Padre...¡ya soy obispo!”. Pues el amigo seminarista en una conversación peripatética me dijo que un compañero le pregunto sobre alguna noción confusa a un curita muy viejo y éste le respondió: “¡Hijo mío...Dios es un ser ab se...!” Tuvo que explicarme que ésto quería decir algo así como que Dios no necesita a nada ni a nadie para ser quien es, Ego sum qui sum como dice la Vulgata en Éxodo 3, 14.
Hace pocos días, en una comida familiar en la que nos juntamos dos médicos y una médica, saltó la noticia de las monjitas a las que les habían robado una gran cantidad de dinero. Mis hijos criticaron a las tales monjas poniendo en tela de juicio su utilidad práctica. Yo, mas convencional y pragmático, les dije que las monjas eran necesarias en tanto en cuanto alguien las creyera necesarias. Y les puse un ejemplo: “¿Somos necesarios los médicos? Pues sí, en tanto en cuanto la sociedad y las personas individuales nos consideran necesarios". Y ahora viene lo bueno porque aquella conversación en torno a la mesa me ha hecho reflexionar sobre si los médicos son seres ab se. La profesión nació one million year B.C. porque había que atender a miembros menesterosos de la tribu tales como la que aparece en el cartel de la película. Desde ese momento estelar en que ya un hombre se inclina sobre el compañero enfermo o herido para curarle hasta nuestros días, los médicos han sido una constante histórica y, aunque frecuentemente criticados e incluso odiados, no se ha cuestionado su absoluta necesidad. Parece, sin embargo, lógico pensar que le necesidad de que haya médicos nace de la presencia aparentemente insoslayable del dolor, de la enfermedad y de la muerte. Esto es, en un utópico Mundo Feliz, estorbarían los médicos.
¿Es ésto así? No lo tengo claro porque mi vanagloria profesional me hace pensar que quizás no, que haciéndose partícipes de la idiosincrasia divina, los médicos son seres ab se. Que sean consultados por otros congéneres que se sienten enfermos, que manden radiografías o análisis, que prescriban medicinas o que intervengan quirúrgicamente en el hígado son meros accidentes. Su entidad intrínseca va mucho más allá de éso y de que presten servicios en un sistema público de salud y de que, por ello, perciban un salario. Existen no porque sean necesarios y prácticos para la sociedad sino por su propia e incuestionable esencia. Pero reconozco que todo ésto no pasa de ser disquisiciones para desoficiados como las que mantenía en el Foro en latín. Sin embargo, retrotrayéndonos ahora a lo material y hablando en castellano, no me cabe duda de que el dolor, la enfermedad, la decrepitud y la muerte serán compañeros del hombre en su paso fugaz por la tierra. Por eso, aunque usurpadas las funciones de los médicos por droides, siempre nos quedará la palabra.
Porque verdaderas entidades ab se solo son los basureros, los charcuteros y los recolectores de tabaco y así debería reconocerlo sus respectivos convenios laborales.

Y como lo prometido es deuda, copio la comunicación electrónica recibida:

A las ocho de la tarde te respondo a ti, totalmente despierta, para tratar de resolver tu duda, si es que aún estoy a tiempo. Estos dos últimos días no he mirado el correo, cosa que una persona moderna no debe hacer, de modo que he leído tu mail ahora.
Ese sintagma preposicional por el que preguntas lo habré visto muchas veces, aunque no creo que referido al origen de la divinidad. Ab es una preposición y se es el ablativo del pronombre reflexivo de tercera persona; el ab se puede funcionar como complemento agente de un verbo en pasiva. Podría decirse: Deus hominem et mulierem creat, esto es, "Dios crea al hombre y a la mujer". Esta oración en pasiva sería: Homo et mulier a Deo creantur, "El hombre y la mujer son creados por Dios". Nótese que "a" y "ab" son dos formas de la misma preposición. Si ahora hablamos de quién creó a Dios, si realmente tenemos ganas de hablar de eso, no creo que podamos afirmar que alguien o algo creó a Dios, sino que tendríamos que expresarlo en pasiva: Dios es creado por sí mismo, o sea, Deus ab se creatur. Si el ab se ha quedado como locución habitual en la lengua de la Iglesia, lo ignoro. 
Otra explicación para el ab se es que la preposición indique lugar de partida, origen. Tanto la preposición  ab como la preposición ex indican origen, pero las gramáticas (que, como imaginas, consulto a diario y en varias ocasiones) dicen que ex  indica un origen desde diferentes lugares (ex Africa, por ejemplo, entendiendo Africa como un conjunto de muchas ciudades) mientras que ab señala origen desde un lugar único, desde una unidad (ab urbe, "desde la ciudad", si ésta se entiende como un único elemento, no la suma de casas y habitantes). Si esto es así, supongo que en una oración como Deus ab se surgit o Deus ab se nascitur, "Dios surge de sí mismo" o "Dios nace de sí mismo", ab se indica el punto de partida o el origen de Dios, que no es otro que Él mismo, tomándolo como unidad. Como compaginar eso con lo de uno y trino será cosa de otro correo, me parece  
No sé si estas divagaciones mías sobre ab llegarán a tiempo y, en caso de ser así, te servirán de algo. Ya leeré con antención tu entrada sobre los médicos y su entidad :)
 Viele Küsse!!
Ana

2 comentarios:

  1. Reconozco Manuel, que me declaro un desoficiado seguidor de tus interesantes, reflexivas y un puntico profundas disquisiciones. Y sí, yo creo que algo de médico "ab se" tengo. Un abrazo.

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  2. De vez en cuando, viene bien convertirse en desoficiado, dedicado solo a ver y oír. Se aprende mucho. Esa sería quizás la idiosincrasia del médico "ab se".
    Un abrazo, Pepe.

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