Supongo que sería gracias a los invitados a una boda civil por lo que pude hacer las fotos en el vestíbulo del ayuntamiento de Alicante. Así que grito el ¡¡VIVAN LOS NOVIOS!! de rigor y, aunque desconocidos para mi, les deseo larga, feliz y fructífera vida, en común o por separado que éso es otra historia. Porque la excursión matutina de sábado era para fotografiar la placa que indica el nivel 0 de las mediciones altimétricas de España. Más bajo no se puede caer.
Siempre me ha gustado ver esas placas metálicas que hay en las estaciones del tren y en algunos edificios oficiales que indican la altitud del lugar. Y en ellas dice claro que esta altitud está referida al nivel medio del mar en Alicante. Pero éso del nivel medio del mar en Alicante me parecía, más que un accidente geográfico tangible, una entelequia propia de los intelectuales y visionarios que, como José Arcadio Buendía en Macondo, siguen afirmando que la Tierra es redonda como una naranja. Sin embargo, hace poco me enteré por un blog del cual también he olvidado título y autor, de que en la escalera del ayuntamiento de Alicante hay, para quien quiera verla, una placa que es el origen de las mediciones altimétricas, el nivel 0 físico, el que se puede ver y tocar. Y ¿cómo es posible que lleve casi 30 años por tierras levantinas y hasta ahora no me haya enterado de semejante maravilla? Pragmáticamente, no es cuestión de preguntarse los por qué sino de enderezar el entuerto. Cosa fácil ya que a tan solo 70 km. está el destino.
Ya mi padre me llevó de niño a ver la placa, en el suelo de la Puerta del Sol madrileña, que indica el kilómetro 0, el punto de origen de las carreteras españolas. También he visto una línea dorada colocada justo por donde pasa el meridiano 0. Tuve que ir a Greenwich para conseguirlo y poner un pie en cada hemisferio. Pero realmente, de aquella excursión, me interesó más visitar el Cutty Sark, colocado en dry dock, ya que el nombre era compartido con un whisky de los que me gustaban antes de que ¡ay! tuviese que dejar de beberlos. Y ya está. Me queda por visitar el Polo Norte y cruzar el Ecuador sensu stricto. Pero ésto ya lo veo difícil. He comentado en este blog que quedé apalabrado con Saint-Exupéry para ir a visitar al farolero del Polo Norte pero que no pudo ser porque tuve que vender mi Junkers trimotor para pagar la hipoteca del dúplex. Respecto a cruzar el Ecuador, por lo que veo en los mapas, queda bastante lejos tanto en América como en África. Cruzarlo por el Océano no me apetece ya que, según he leído, la costumbre es tirar al agua por la borda a los que lo pasan por primera vez, a modo de broma de mal gusto. Y eso, repito, suponiendo que la Tierra sea redonda. Que yo sepa, no hay más puntos geográficos de interés porque los trópicos son más difíciles de precisar por donde pasan exactamente y, además, me basta con decir que en Murcia suele hacer una temperatura tropical y que he leído los dos Trópicos de Henry Miller que no hay que confundir con Arthur, el que se casó con Marilyn y no me invitó a la boda.
Por todo éso me puse muy contento con esta sencilla y cómoda excursión de mañana sabatina que me llevaría hasta la cota 0. Y de que estuve allí, queda constancia en la foto que se pudo realizar sin disimulos ya que los invitados a la boda civil se retrataban unos a otros con ahínco. Así que vedme donde me gusta estar, colocado donde la ramplonería y el pecado tienen su asiento. Más bajo no se puede caer. Pero me queda una desazón técnica. La placa de bronce, colocada a la altura del tercer peldaño de la escalera, tenía -lógicamente- una inscripción lapidaria que podía leerse con cierta dificultad por el desgaste de los muchos frotes con Don Limpio, antes Mr. Propper. Y esta inscripción decía algo así como que ése era el origen de la nivelación de precisión pero que, a su vez, estaba a unos 3 metros de altitud sobre el nivel del mar. ¡Y dale con el nivel del mar! Pero ¿dónde está ese nivel del mar? ¿Dónde el 0 absoluto, el de la ramplonería y el pecado, el círculo más interior y profundo del Infierno del Dante? Y, para colmo de desdichas, justo en la base de la escalera, hay otra pequeña plaquita dorada que luego supe que era la primera de las líneas de nivelación que antaño iban por las vías del tren. Pero como todo ésto no hacia más que calentarme la cabeza, decidimos dar por terminada la misión, irrogarme la cualidad de ramplón e irnos a tomar café en una grata terraza de la fachada porticada de la plaza donde, cumplida la ley, se puede fumar.
Posiblemente, ya nunca vaya al Polo Norte ni cruce el Ecuador. Quede ésto para trotamundos, viajeros entusiastas y jóvenes ilusionados. Quede para los altruistas, los filántropos y los que van allí para hacer lo que se puede hacer aquí. Me queda esta satisfacción de la placa del nivel 0 y la importantísima misión de hacerme con algún cachivache que mida la altitud de aquellos puntos que me son próximos y gratos. He repasado todos los gadgets de los que dispongo y ninguno parece dar semejante prestación. Pero sí puedo constatar y dejar constancia de que las coordenadas de mi casa son 37º 56’ 13” N y 1º 8’ 7” W, las de mi Centro de Salud 37º 56’ 27” N y 1º 8’ 43” W y que el Bar Marilin está a 37º 57’ 10” N y 1º 8’ 13” W. Imposible perderse. Y este triángulo se puede recorrer a pie, en saludable paseo y con unas diferencias de altitud no mensuradas hasta hoy pero soportables teniendo en cuenta que estamos ya en las estribaciones de la Costera Sur.
Y por si ésto fuera poco, me han llegado referencias de un restaurante popular que está camino de Orihuela por la carretera de Beniel, cerca de los Mojones del Reino. Allí, aparte de recorrer un paisaje precioso, se come en Alicante y se aparca en Murcia. Y siendo ésto tan curioso y tan barato ¿qué necesidad hay de ir al Polo Norte?
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