domingo, 17 de julio de 2011
Mi cumpleaños.
Hoy, 17 de julio, es mi 58 cumpleaños. Cuando tenía treinta y tantos años, pensaba que la madurez de un hombre se conseguía a los 40. Luego, en su momento, me imaginé que se lograba a los 50. Ahora sé porque afortunadamente he vivido para verlo, que estaba equivocado: ese momento en el que empieza la plenitud son los 60 años. Tal vez se trate solo de un mecanismo psicológico para tranquilizarme pero quiero pensar que no, que la realidad vital es así.
Leí una vez que la edad de una persona no debiera alargarse por la vejez ni por la juventud sino por la madurez, ese periodo mágico y pletórico se sensaciones y emociones. Y, hasta ahora, he ubicado temporalmente esa madurez en un periodo ideal que abarca desde los 40 a los 60 años. Pero no, a los 60 no acaba, sino que empieza. El único inconveniente es que, estadísticamente, se entra en una edad en la que el paso no ya de los años, sino de los días, debe de ser arrancado, con uñas y dientes, a la Muerte.
Estadísticamente también queda claro que el ecuador vital ya está ampliamente sobrepasado, que los días venideros son muchos menos que los ya devengados. Por tanto, está próxima la hora, mejor dicho, ha llegado ya, en la que solo queda tiempo para las cosas importantes, Los manifiestos, artículos, comentarios, discursos, humaredas perdidas, neblinas estampadas que contaba Alberti en su Nocturno, ya deben esperar para siempre. E incluyo en esta categoría, por mor del pragmatismo, las aburridas reuniones con directivos o gestores para hablar de temas tan abstrusos como el contrato-programa o la cartera de servicios. Reuniones eternas, sin principio ni fin, deslavazadas, altisonantes y grandilocuentes. Quede para mi la historia humana en primera persona, casi siempre triste, casi siempre frustrada. Quede para mi el paseo, el café y el cigarrillo. Y le pido a Dios que el sol siga saliendo sobre mi cabeza muchos días.
Y hay que ser recíproco. Si alguno, tras la lectura de esta blog piensa que debe incluirse en la categoría del Nocturno que no lo piense dos veces: císquese en mi persona y quédese a gusto. Pero eso si, por favor, en la distancia y virtualidad.
¡Feliz cumpleaños! Y permitidme que hoy beba a mi salud.
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A riesgo de resultar un poco cursi, diré que esta entrada me ha recordado un poema de Cortázar que leí hace poco y cuyo principio me permito reproducir aquí:
ResponderEliminarEs increíble pensar que hace doce años
cumplí cincuenta, nada menos.
¿Cómo podía ser tan viejo
hace doce años?
Ya pronto serán trece desde el día
en que cumplí cincuenta. No parece
posible.
El cielo es más azul,
y vos más y más linda.
¿No son acaso pruebas
de que algo anda estropeado en los relojes?
El tabaco y el whisky se pasean
por mi cuarto, les gusta
estar conmigo. Sin embargo
es increíble pensar que hace doce años
cumplí dos veces veinticinco.
Happy birthday!! Ah, I have a symbolic present for you :)